martes, 29 de noviembre de 2011

LA DIGNIDAD HUMANA


LA DIGNIDAD HUMANA

En este artículo, he querido dar un matiz diferente a la palabra propiamente dicha “dignidad”. Es decir, trataré de que no se quede en un significado que podría sonar un tanto abstracto y quizás, puramente vacio; sino del hombre como imagen y semejanza de Dios, dotado de una dignidad sin igual y llamado al sumo bien que es en definitiva el objetivo primero de la moral.

El hombre, creado con una dignidad sin igual.

El ser humano está en una búsqueda continua de sentido y la razón última de esto es, precisamente, que éste posee una dignidad sin igual que le hace superior al resto de lo creado. “Crece la conciencia de la excelsa dignidad de la persona humana, de su superioridad sobre las cosas y de sus derechos y deberes universales e inviolables”

El hombre, siempre busca más, vive en una permanente inquietud. Parece que sus múltiples conquistas y realizaciones no logran alcanzar lo que “es”. Se diría que es un ser intradistante, porque dista de sí mismo y de los objetivos que se traza. El hombre tiene la extraña virtud de medirse por un rasero superior a sí mismo. Parecen acertadas estas palabras del marxista crítico E. Bloch: “somos seres en fermentación… estamos incompletos como ningún otro ser vivo…” ¿Algo nos arrastra y nos impulsa, es que existe algo diferente en nosotros los seres humanos? En los animales, las necesidades fisiológicas cesan tan pronto han sido satisfecha. “No permanece como en el hombre demandando más, dando rodeos para calmarse con formulas distintas, con un nuevo adonde y para qué”.

Por otra parte el ser humano se siente superior a los animales y vegetales que le rodean, pero ¿es esta comparación, de la cual sabemos que es abismal, la que hace grande al hombre? ”El ser humano debe buscar un ser superior al cual haga referencia y ante el cual sea inferior, pero que le dé razón de esa dignidad de la que es común pues de Él la participa porque sin esta escala de comparación haría del hombre un ser inferior. 

¿Qué es, en suma, lo que hace a uno grande, la necesidad de compararse con lo de abajo o la posibilidad de compararse con lo de arriba? Resulta sugerente leer en esta perspectiva el texto de 2Co 10, 12  “¡que estúpidos! Se miden con su propia medida y luego se comparan consigo mismos”.

La raíz de la superioridad del ser humano, que le hace al mismo tiempo vivir insatisfecho precisamente porque no acaba nunca de igualarse con su medida, está en que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Esta es también la razón ultima de su dignidad y lo que hace de él, en  este mundo, un ser igual.

 “Dijo Dios: hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todos los reptiles que rapten por la tierra. Creó, pues, Dios al ser humano a una imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.” (Gen 1, 26-27).

“El día en que Dios creó a Adán, le hizo a imagen de Dios. Los creó varón y hembra, los bendijo, y los llamó hombre en el día de su creación” (Gen 5, 1-2).

Por el hombre no se comprende plenamente solo  en referencia a Dios. Más que del polvo, el hombre procede de Dios (Cfr. Gen) para volver a Dios y no al polvo. No puede darse, pues, ninguna respuesta cabal sobre el hombre que no tenga en cuenta su relación con Dios.

“En consecuencia, la idea que nos hagamos de Dios condicionara nuestra concepción del hombre. Así, en la carta a los Romanos 1, 23-25.28 se une la falsa idea de Dios con una falsa y desordenada idea de lo que es ser hombre”

Esto se debe a que “perdiendo el sentido de Dios, se tiende a perder también el sentido del hombre, de su dignidad y de su vida”.

La excelsa dignidad del ser humano proviene de su relación con Dios: “al hombre se le ha dado una altísima dignidad, que tiene sus raíces en el vínculo íntimo que lo une a su Creador: en el hombre se refleja la realidad misma de Dios”. Al hacerlo a su imagen, “Dios comparte algo de sí mismo con la criatura”.  El libro del eclesiástico reconoce que Dios al crear a los hombres “de una fuerza como la suya los revistió, a su imagen los hizo” (Cfr. Eclo 17,3). Esta fuerza no se refiere únicamente al dominio del hombre sobre el mundo, sobre las bestias de la tierra y a su supremacía sobre las cosas (Eclo. 17, 4; Gen. 1, 28). Se manifiesta sobre todo en las facultades espirituales más características del hombre, como la razón, el discernimiento del bien y del mal, la voluntad libre: “les formó un corazón para pensar. De saber e inteligencia los llenó, les enseñó el bien y el mal” (Eclo 17, 6-7). 

 “De todas las criaturas visibles solo el hombre es capaz de conocer y amar a su creador” (GS 12,3) es decir que el hombre ocupa un lugar sin igual en la creación porque “es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma” (GS 24, 3) “sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para esta vida ha sido creado y esta es la razón fundamental de su dignidad” (CIC. 356).

A la luz del nuevo testamento, la grandeza y dignidad del hombre alcanza una cumbre no superable, sin comparación posible con ninguna otra concepción del hombre, sea filosófica o religiosa. Por una parte, la Encarnación manifiesta la grandeza del hombre. Pues “el hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre”.

De allí la exclamación de San León Magno: ¡Reconoce Cristiano, tu dignidad! Puesto que has sido hecho participe de la naturaleza divina! Por una parte el hombre tiene tal dignidad que Dios mismo puede hacerse hombre. Por otra parte, esto significa que en el hombre hay una capacidad para lo divino. “Tanto la posibilidad de que Dios pueda hacerse hombre, como la capacidad de lo divino en el hombre, es la más profundo consecuencia de que el hombre haya sido creado a imagen de Dios”.

lunes, 24 de octubre de 2011

SABER Y CONOCER, DIFERENCIA

Conocer indica un contacto consciente con el objeto conocido a través de la experiencia y, en concreto de la percepción, en oposición a “saber” que es un conocimiento por conceptos o ideas. Saber es así exclusivo y propio del hombre mientras que, tanto los hombres como los animales conocen: se conocen cosas se sabe verdades o proposiciones verdaderas. 

Conocer es además un proceso perceptivo directo e inmediato, que se justifica por sí mismo; saber en cambio es un proceso indirecto, mediato e inferencial, esto es apoyado en razones. 
El conocer es propio de lo animal, se da de manera pura. El saber es propio del ser con razón que tiene la capacidad de razonar y de aprender. 


Lic. José César Guzmán Nuñez, MBA